Lo inventaron los monjes budistas en el siglo XII, resurgió en los años 20 y fue muy popular en Japón hasta los años 50. El narrador iba de aldea en aldea con su bicicleta portando una pequeña caja de madera a modo de escenario en el que, ayudándose de ilustraciones que iba insertando y retirando según requería la historia, narraba principalmente seriales, ofreciendo un capítulo nuevo cada vez que volvía a una aldea. Al llegar a cada aldea hacía sonar dos tablillas de madera (hyoshigi) para avisar de su llegada a los niños, y aquellos que le compraban dulces podían sentarse delante para ver mejor su teatro de las sombras.
Y así empieza cada episodio de Teatro del Horror, con un narrador de siniestra máscara que llega a un parque para contar una nueva historia a sus jóvenes espectadores. Historias con muchos elementos del folclore japonés, de su imaginería del terror. Historias inspiradas en viejas leyendas o en leyendas urbanas, de fantasmas o terror cotidiano. Todo con una animación semiestática que "imita" este arte del kamishibai y que funciona muy bien a la hora de crear mal rollo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario